PATRO, LA CURANDERA DE LOS POBRES
Patrocinio García Carlero, más conocida por «Patro». Cualquiera que se acercara al pueblo, aunque no supiera su nombre, la encontraba preguntando entre los vecinos por «la curandera de Cabanillas».
Nació un 30 de junio de 1906. Desde su juventud, siempre se ha considerado una curandera, en una época donde el curanderismo estaba perseguido por la Guardia Civil por tratarse de una intrusión en la práctica de la medicina. Solía decir que nació con el don de curar, una gracia divina, y que había que sufrir mucho por ello.
En relación con este «don», contaba que, de pequeña, había tenido una visión. Estando a oscuras en la cama, se le apareció la Santisima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que la llamaba a curar, sobre todo a los pobres, débiles y necesitados. Era un don de Dios dirigido a la pobreza.
Su primera curación la hizo con su padre. En su familia eran
nueve hermanos, y su padre trabajaba de picapedrero en Meco, y tenía
fuertes dolores en las piernas. Sus hermanas le daban friegas con
alcohol o colonia en las piernas pero el dolor continuaba. En una
ocasión, cuando no estaban ellas, Patro le dio las friegas y mejoró.
Cuando se iban turnando, su padre notaba que si el masaje se lo daba
ella, el dolor remitía y mejoraba muchísimo. Se corrió la voz en
Cabanillas, y empezaron a venir vecinos y amigos, y asi, poco a poco,
empezó a curar a la gente.
Patro no hacia milagros, no podia curar un cancer ni casos desahuciados. Ha atendido de todo menos huesos. Los enfermos que recurrían a ella eran de todas la capas sociales, incluso un ministro le fue a visitar. Pero lo que hacia era, sobre todo, ayudar a aquellos que venian con problemas, y no podían pagarla. No cobraba nada por sus servicios, y dejaban la voluntad como muestra de agradecimiento, y que muchas veces se lo daba a un necesitado. Se podría haber hecho rica, pero no fue asi y siempre vivió en la humildad.
El sistema que utilizaba Patro en sus prácticas curativas se basaba en una variante de la imposición de manos, con el Padrenuestro, y un pañuelo empapado en colonia, al que le hacia unas cruces y que se debía pasar por las zonas doloridas del enfermo. Utilizaba lo que ella llamaba «posesionarse», es decir, recibir y sentir el dolor del paciente en su propio cuerpo, en un momento de gran concentración.
También le daba al paciente el «agua del sereno», un poco de agua que habia estado al sereno toda la noche, para que la beba. No utilizaba ningún tipo de hierbas.
No hacía falta que el enfermo estuviera delante, bastaba con una fotografía del mismo, y le entregaba el pañuelo y el agua del sereno al que venia en su nombre para que lo hiciera en su casa.
Su más preciado tesoro era una imagen de la Virgen del Carmen, que le regaló la madre de una niña que no podía andar ni apenas hablar, sin esperanzas por los médicos, y que ella la curó.
Su familia cuidó de ella en sus últimos años, sobre todo su hija Marisol y su nieta Marga. Un montón de nietos y biznietos hacen que su recuerdo perdure en el tiempo en su pueblo, Cabanillas del Campo. Patro, la curandera de los pobres.
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