1901 CURACION CON LA MEDALLA MILAGROSA

 Recien iniciado el siglo XX, una niña paralítica de Guadalajara se curó milagrosamente gracias a la «medalla milagrosa»

Detalle de las dos caras de una popular medalla milagrosa hecha en plata

El periódico «Flores y abejas», en su número 383 de fecha 5 de enero de 1902, citando el articulo publicado en «La semana católica», recoge un suceso que califican de milagroso. 

Ocurrió el 17 de diciembre de 1901, en la Casa de Beneficiencia y Expositos, el orfanato de Guadalajara, dependiente de la Excelentísima Diputación Provincial de Guadalajara. La popularmente conocida como inclusa, estaba ubicada en la calle de Salazaras, al lado del Torreón del Alamín, en el antiguo palacio de doña Manuela Salazar. En el momento del suceso, estaban celebrando la fiesta de la «Adoración de la Medalla Milagrosa», con la asistencia de las monjas de las Hijas de la Caridad de los Asilados que allí desarrollaban su labor.

Fachada de la inclusa, antes de que fuera totalmente destruida en un bombardeo durante la Guerra Civil


Recordemos que, según cuenta la historia, la Virgen María se apareció en 1830 a una novicia de las Hijas de la Caridad, Santa Catalina Labouré, para dar a conocer al mundo entero las bondades de una medalla. Este sencillo objeto recopila, por su rico simbolismo, los misterios de la fe cristiana. Cuando estalla en París, en febrero de 1832, una terrible epidemia de cólera que va a causar más de 20.000 muertes, las Hermanas empiezan a distribuir las primeras medallas entre la población. Se multiplican las curaciones, así como las protecciones y conversiones. El pueblo de París califica la medalla de «milagrosa». Allí comienza la difusión y fama de esta medalla por todo el mundo. 

Ilustración del interior de la inclusa. Compartida en Facebook por Eduardo Diaz

En esta pequeña celebración local en la inclusa de Guadalajara, estaba una ñina que, desde hacía tiempo, se encontraba paralítica, sin poder hablar ni moverse.  En uno de los momentos de más silencio, se oyó una voz infantil que decia : «Gracias, madre mía». Todos los asistentes vieron que era la niña paralítica, que empezó a moverse con soltura, y que podía rezar en voz alta. 

Desde entonces, la niña se encuentra en franca mejoria, según describen testigos directos del suceso.  



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